La cocina cubana está llena de sabores caseros que pasan de generación en generación. Hoy te traigo una receta bien criolla que podría salir de la cocina de cualquier abuela cubana un domingo: masas de cerdo fritas jugosas, acompañadas de arroz con frijoles negros y boniato frito. Es un plato completo, reconfortante y lleno de tradición, que reúne los productos de nuestro
Combo Básico.
Lo mejor de todo es que con los
combos de Nercado tienes estos ingredientes siempre a mano: el arroz, los frijoles, la manteca, el puré de tomate, el ajo, el boniato y, por supuesto, las masitas de puerco. ¡Así no hay excusa para no disfrutar de una buena comida criolla en casa! Vamos paso a paso, con todos los trucos y consejos para que te quede de chuparse los dedos.
Ingredientes (para 4 personas)
Para las masitas de cerdo fritas:
● 2 libras de
masas de cerdo (trozos de carne de cerdo, preferiblemente de pierna o lomo)
● 4 dientes de
ajo, machacados
●
Jugo de 1 naranja agria (o mezcla de 1 naranja dulce + 1 limón)
● 1 cucharadita de
orégano seco
● 1 cucharadita de
comino molido
● Sal y
pimienta negra al gusto
● 4 cucharadas de
manteca de cerdo (para freír la carne)
Para los frijoles negros:
● 1 taza de
frijoles negros secos (remojados previamente)
● 1 hoja de
laurel
● 1
cebolla blanca (picadita)
● 1 ají verde (pimiento verde, picadito)
● 3 dientes de ajo, picados o majados
● 2 cucharadas de
puré de tomate
● 1 cucharadita de
orégano seco
● 1 cucharadita de
comino molido
● 1 cucharadita de
azúcar (opcional, para equilibrar sabor)
● 1 cucharada de
vinagre (vino seco o vinagre de manzana)
●
Sal al gusto
● 2 cucharadas de
manteca de cerdo (para el sofrito)
Para el arroz blanco:
● 2 tazas de
arroz (preferiblemente grano largo, bien lavado)
● ~4 tazas de agua
● 1 cucharadita de sal (al gusto)
● 1 cucharadita de manteca de cerdo (o aceite, para el arroz)
Para el boniato frito:
● 2
boniatos medianos
● Manteca de cerdo (o aceite vegetal) abundante para freír
● Sal al gusto (para espolvorear al final)
Preparación
1. Adobar la carne y remojar los frijoles: La víspera (o al menos unas horas antes), lava los frijoles negros y déjalos en remojo cubiertos de agua. También corta las masas de cerdo en trozos de bocado y adóbalas con el ajo machacado, el jugo de naranja agria, el orégano, el comino, sal y pimienta. Mezcla bien, tapa y deja marinar en el refrigerador idealmente toda la noche (si no, mínimo 30 minutos). La abuela decía que “carne bien adobada, carne sabrosa”, así que no temas dejarla reposar un buen rato para que se impregnen bien los sabores.
2. Cocinar los frijoles negros: En una olla pon los frijoles remojados con el mismo agua del remojo (así aprovechas todo su sabor y color). Asegúrate de que tengan suficiente agua limpia que los cubra unos 2-3 dedos por encima; agrega la hoja de laurel y lleva a fuego medio-alto hasta que hierve. Luego tapa la olla, baja el fuego y cocina los frijoles hasta que ablanden bien. Esto puede tomar alrededor de 1 hora (si no los remojaste, tardarán más). No te apresures, los frijoles no gustan el apuro: dales su tiempo para ponerse suaves, cocinando a fuego lento y con cariño. (Si dispones de una olla de presión, tardarán ~40 minutos después que suba la presión).
3. Sofrito y sazón de los frijoles: Cuando los frijoles estén casi blandos, prepara un sofrito. Calienta en una sartén aparte las 2 cucharadas de manteca de cerdo. Sofríe la cebolla picada y el ají verde hasta que estén tiernos. Añade el ajo machacado restante y revuelve unos segundos (cuidado que el ajo no se queme). Incorpora el puré de tomate, el orégano y el comino; sofríe todo junto por 1 minuto para que se mezclen los sabores. Vierte este sofrito fragante dentro de la olla de frijoles ya blandos y mézclalo bien. Agrega sal al gusto. Si te gusta el toque secreto de la abuela, añade ahora la cucharadita de azúcar y el chorrito de vinagre; revuelve. Deja los frijoles destapados a fuego bajo otros 10-15 minutos para que espesen un poco y se forme un caldo bien sabroso. Prueba y ajusta la sal o condimentos al final. Apaga el fuego y mantén tapados y reservados los frijoles hasta servir.
4. Cocinar el arroz blanco: Mientras se terminan de hacer los frijoles, prepara el arroz. En una cazuela aparte, pon a calentar ~1 cucharadita de manteca (o un chorrito de aceite). Añade el arroz previamente lavado y sofríelo 1 minuto moviendo con cuchara, solo para nacararlo un poquito (esto ayuda a que quede suelto). Agrega aproximadamente 4 tazas de agua caliente (el doble de volumen que de arroz, aproximadamente) y la sal. Remueve una vez y sube el fuego hasta que comience a hervir. En cuanto hierva, baja el fuego al mínimo, tapa la olla y no la destapes durante unos 15 minutos. Pasado ese tiempo, verifica si el arroz absorbió toda el agua (debe tener hoyitos en la superficie). Apaga el fuego y deja reposar tapado 5 minutos más. Finalmente, esponja el arroz con un tenedor para que los granos queden sueltos. (La abuela siempre decía que al arroz no hay que estar “abanicándolo” destapando la olla, para que salga perfecto.)
5. Freír las masitas de cerdo: Ahora vamos con el cerdo ya adobado. Calienta una sartén honda o caldero amplio a fuego medio. Coloca las masitas de cerdo con todo su mojo (el líquido del adobo) en la sartén. Añade aproximadamente 1/4 de taza de agua, tapa y deja que la carne comience a cocinarse en sus propios jugos. Verás que hierve y suelta líquido; mantén el fuego medio y permite que la carne se ablande un poco durante unos 10 minutos. Cuando el líquido se haya consumido casi por completo, añade la manteca de cerdo (unas 4 cucharadas) y sube el fuego a medio-alto. Fríe las masitas en esa grasa caliente, sin tapa, removiendo de vez en cuando para que se doren parejo. Ten cuidado y usa una tapa como escudo al moverlas, porque tienden a saltar unas chispas de grasa. Cocina hasta que las masitas estén doradas y crujientes por fuera, y bien cocidas y jugosas por dentro. Esto tomará otros 8-10 minutos aproximadamente. Cuando estén listas, retíralas con una espumadera y déjalas sobre papel absorbente. (Si quieres darles un toque final, puedes exprimir medio limón encima o espolvorear una pizca extra de sal mientras están calientes).
6. Freír el boniato: Por último, preparamos el boniato frito, que es el acompañante dulce perfecto. Pela los boniatos y córtalos en rodajas o bastones gruesos (de alrededor de 1 cm). Calienta suficiente manteca de cerdo (o aceite) en una sartén profunda a fuego medio-alto. Necesitas la grasa caliente en cantidad suficiente para freír; aproximadamente 2-3 dedos de profundidad de aceite es ideal. Para saber si está a punto, echa con cuidado un pedacito de boniato: si burbujea alegremente, ya puedes freír. Coloca los trozos de boniato en la sartén en tandas, sin amontonar, para que frían parejo. Déjalos cocinar unos minutos y voltéalos cuando veas que estén dorados, por un lado. Fríe hasta que queden doraditos por fuera y blanditos por dentro (puedes pinchar uno con tenedor para comprobar). Saca los boniatos fritos y escúrrelos sobre papel de cocina. Inmediatamente espolvoréale sal al gusto (la sal sobre el boniato caliente realza su sabor dulce). ¡Cuidado al freír, mi cielo, que el aceite caliente salpica! Hazlo con calma y mantén a los niños alejados de la cocina en este paso.
7. Servir el plato criollo: ¡Ya casi, mi amor, llegó la hora de comer! Sirve una buena cucharada de arroz blanco en cada plato. Al lado coloca un cucharón de frijoles negros calientes (o si prefieres, viértelos encima del arroz, para que se empape de ese caldo rico). Acompaña con varias masitas de cerdo fritas y unos trozos de boniato frito. Puedes adornar con unas rodajas de cebolla fresca sobre las masitas de cerdo, o con perejil picadito por encima, y agregar un gajito de limón para quien quiera exprimirlo sobre la carne. ¡Y listo!
Consejos de la Abuela
- ● Planifica con tiempo: Remojar los frijoles desde la noche anterior y dejar la carne bien adobada varias horas (mejor de un día para otro) hace maravillas. La paciencia es la clave: así tus frijoles quedarán más suaves y tu puerco mucho más sabroso.
- ● El secreto del ajo: Si tienes un mortero, machaca el ajo con una pizca de sal hasta formar una pasta. Mi abuela siempre decía que así el ajo “suelta su alma” y da más sabor que picado con cuchillo. Úsalo de esta forma en los sofritos y adobos para potenciar el gusto.
- ● Toque especial en los frijoles: Añadir una cucharadita de azúcar y un chorrito de vinagre al final de la cocción de los frijoles negros es un truco tradicional. Este toque equilibra los sabores, reduciendo el amargor y realzando el sabor dulzón de los frijoles. No te asustes, que no quedarán dulces ni avinagrados – ¡quedarán perfectos!
- ● Arroz suelto y perfecto: Para que el arroz blanco quede sueltecito, recuerda lavar bien el arroz antes de cocinar (hasta que el agua salga clara, eliminando el almidón extra). Además, una vez que tapes la olla no la destapes hasta que esté listo – el vapor hace su trabajo. Al final, esponja el arroz suavemente con un tenedor en vez de revolverlo con cuchara, así los granos no se rompen ni se apelmazan.
- ● Fritura segura y crujiente: Cuando frías las masitas de cerdo o el boniato, hazlo en porciones pequeñas para mantener la temperatura del aceite y lograr que todo quede bien crujiente. Usa siempre una sartén profunda o tapa salpicaduras para evitar accidentes con el aceite caliente. Y una vez terminada la fritura, cuela y reserva la manteca sobrante (cuando se enfríe) en un frasco: tendrá saborcito a cerdo y la puedes reutilizar en otro sofrito o cocinar otro día unos platanitos fritos con ese gusto especial.
Ahora sí, ¡a disfrutar de este plato cubano tradicional! Con el Combo Básico de Nercado en tu despensa y estos consejos de abuela, preparar comidas completas y llenas de sabor criollo es más fácil que nunca. ¡Buen provecho y que lo disfruten en familia!